jueves, 9 de agosto de 2007

TRANSGENICOS en el Congreso del Perú, Parte III

Y ahora, esta síntesis del Dr. Sacha Barrio, acerca del tema "transgenicos"

Lo que esta en juego.

"Estimado amigos;

Finalmente un texto sintesis sobre los TRANSGENICOS .
Espero puedan ayudar a difundir el texto (tambien adjunto).
Muchas gracias por su ayuda son muchos los avances....
Sacha Barrio


Transgénicos: ¿qué está en juego realmente?

S. Barrio Healey

Adquiere increíble magnitud y trascendencia la llegada de la biotecnología,
sabiendo que nuestras especies vegetales han evolucionado a lo largo de
millones de años, siempre confinadas a leyes naturales. Muchas formas de
contaminación, incluyendo la nuclear, pueden ser reversibles, pero la
contaminación genética quedará inmortalizada para la eternidad, ya que es
prácticamente imposible de revertir. Nos queda la pregunta: ¿qué es lo que
realmente está en juego con esta novedosa y seductora biotecnología?, ¿qué
nos puede aportar y cómo podría perjudicarnos?

Hay científicos que proponen la biotecnología para producir plantas
resistentes a heladas, invulnerables a plagas, para aumentar la
productividad y combatir la hambruna de países del tercer mundo. Pero, si
hacemos un análisis más profundo, veremos que mucho del aparente desarrollo
y avance científico está oscuramente amasado con insondables intereses
económicos. Además de una lista de perjuicios para nuestra salud e impacto
negativo sobre el medio ambiente.

Parte de la práctica de la ingeniería genética consiste en introducir genes
de bacterias dentro del código genético de especies vegetales. Un ejemplo es
del Bacillus thurgingiensis, bacteria que produce una sustancia que es
letalmente tóxica para las orugas del maíz y el algodón. Se podría practicar
el rociado de esta bacteria sobre el cultivo, con lo cual la bacteria y su
toxina estarían activas durante unos tres días, tiempo en el cual las orugas
serían ahuyentadas. Pero, si se ha introducido su material genético en una
especie vegetal, cada una de sus células ahora sintetizará esta sustancia
tóxica y lo hará durante todo su ciclo vital. No tenemos las investigaciones
científicas pertinentes, ni tampoco podemos adivinar qué efectos tendría
esta sustancia tóxica en el hombre o en los animales que se alimenten de
estos cultivos. Pero seria demasiado ingenuo suponer que lo que es letal
para un organismo vivo pueda ser completamente inofensivo para otro.

Sabemos, por ejemplo, que federaciones de agricultores orgánicos y la
organización Greenpeace han enjuiciado a la Environment Protection Agency
(EPA), organismo estatal de EEUU para la protección ambiental, por legalizar
estas especies genéticamente modificadas (GM). El algodón GM altera, hiere,
intoxica y mata a un amplio espectro de insectos, como mariquitas,
mariposas, chanchitos, abejas y avispas, y no solo a las orugas del maíz y
el algodón sino a todo el universo de orugas. Se sabe que las abejas
expuestas a al polen del maíz GM se desorientan y pierden el olfato que les
permite distinguir a las distintas flores; sabemos también que la población
mundial de abejas ha disminuido considerablemente en los últimos años, lo
cual representa graves problemas para los agricultores que dependen de ellas
para polinizar sus cultivos. Otro problema entomológico es que el polen del
maíz transgénico es mortífero para las mariposas monarca. El polen es el
semen del reino vegetal y su poder nutritivo es de incomparable valor para
el hombre y las abejas; además, estamos entrometiéndonos con la
quintaesencia de la fertilidad y la sexualidad vegetal.

También podría ocurrir que las toxinas de bacterias transferidas a alimentos
GM potencialmente ejerzan un impacto sobre la flora intestinal del hombre.
La disbiosis intestinal es otra enfermedad endémica de nuestra generación,
gracias al cloro del agua y el uso de antibióticos.

Para introducir un gen de una bacteria en los anaqueles del DNA vegetal,
muchos otros genes deberán desplazarse para crear el espacio necesario; en
otros se habrán producido mudanzas de lugar o profundas modificaciones de
conducta. Con esto, la planta sintetiza un nuevo grupo de proteínas, y
fitoquímicos, y habrá procreado un nuevo universo bioquímico, donde habrán
sido elaborado otras incógnitas sustancias, al margen de las del Bacillus
thurgingiensis. Estas sustancias no pueden ser examinadas porque no se les
conoce, menos aún sus probables interacciones. Esto es equiparable a lo que
ocurriría con un médico que no puede diagnosticar una enfermedad que no
conoce, lo cual tomaría varios años de estudio, observaciones e
investigaciones hasta llegar a definir, delimitar y comprender la nueva
enfermedad.

Sabemos que la leche de vaca es altamente alergénica y que el 80% de la
población presenta intolerancia a la lactosa; la leche de soya tampoco
parece ayudar en ese sentido, ya que deshonrosamente está clasificada dentro
de los 10 alimentos más alergénicos disponibles en el mercado.

Cuando leemos textos antiguos de medicina, casi no hay mención de
enfermedades alérgicas; no hay textos que aludan a la etiología o al
tratamiento de enfermedades como la rinitis alérgica, por la sencilla razón
de que, hace 100 años, esas enfermedades prácticamente no existían en la
vida de nuestros ancestros. Pero el día de hoy, es difícil encontrar
familias en las que no existan hijos con alergias. No es que los alimentos
GM sean 100% imputables, pero es obvio que todo nuestro medio ambiente está
cada vez más contaminado. Sabemos también que la soya ha calado hondo en la
alimentación de nuestros niños y se conoce que actualmente el 70% de la que
se expende en el mercado es GM.

A diferencia de Europa, EEUU pasó una ley en la que no obliga al etiquetado
de productos GM, lo cual entorpece la capacidad de rastreo. Si una madre
observa que su hijo presenta una alergia severa, necesita saber qué
alimentos podrían estar ocasionando el problema y transmitir esta
información al médico.

En los ocho mil años de historia de la agricultura china, los chinos nunca
consumieron soya, por haber sido siempre considerada un alimento no apto
para consumo humano; recién en el siglo XVII se empieza a consumir soya
fermentada: el proceso de fermentación le remueve el ácido fitico, que es
tóxico. El ácido fitico es una sustancia natural de la soya que protege a la
planta de hongos, bacterias y virus, pero igualmente es tóxico para el ser
humano. Entre los productos de soya fermentada tenemos el miso, el tempeh y
el nato.

La soya también contiene bociogenos (goitregens), que son perjudiciales para
la tiroides. Razón por la cual toda persona que padezca de males a la
tiroides haría bien en evitar su consumo. Igualmente, la soya inhibe la
absorción de zinc, pues contiene inhibidores de enzima que obstruyen el
metabolismo de los carbohidratos; entre las enzimas inhibidas por la soya
tenemos a la amilasa, la tripsina y la quimotripsina. Hay estudios que
demuestran que la soya produce efectos vasculares negativos en el cuero
cabelludo y causan la alopecia o pérdida de cabello. No queremos aquí
difamar a la soya, y sabemos que todo alimento tiene su lado luminoso y su
lado oscuro también; pero lo sorprendente es hallarla ubicada en el pedestal
del alimento maravilla, a pesar de toda la evidencia negativa sobre los
efectos secundarios de todos sus componentes. La realidad es que tan solo la
soya fermentada es apta para consumo humano. Cuando hablamos de soya
transgénica, entramos en otro territorio que está doblemente cuestionado.

También se ha aconsejado imitar el pionero desarrollo de Argentina y Brasil,
al haberse propagado en todo su territorio un vasto manto de soya
transgénica, cuando más exacto sería decir que el presidente Menem vendió su
país a los intereses de las transnacionales de la biotecnología, con
resultados lamentables. Ahora Argentina es el segundo productor mundial de
soya (después de EEUU), ha tapizado todo su territorio de soya transgénica:
lo que antes eran pampas, ganadería y vastas variedades de productos
agrícolas, ahora son millones de hectáreas de monocultivo de soya
transgénica de Monsanto y su inseparable herbicida, el glifosfato; lo que se
conoce como roundup ready soya seed. No solo eso, sino que miles de
hectáreas anualmente son deforestadas para abrirle más espacio a la soya. Si
esta soya alimentara al pueblo, en algo nos consolaríamos; pero lo que
ocurre abrumadoramente es que su destino es convertirse en alimento animal.
Animales a los que se les dará antibióticos, hormonas, grasas hidrogenadas y
luego se convertirán en otro cuestionable alimento para el hombre.

Hay personas que profesan el credo de que la segunda revolución verde
alimentará al mundo hambriento y terminarán las hambrunas, todo lo cual es
una siniestra calumnia. La soya transgénica tiene una productividad reducida
en un 4%, comparada con la soya natural, según las investigaciones del
profesor Oplinger de la Universidad de Wisconsin. Otras investigaciones
independientes han demostrado que la soya transgénica de Monsanto es 10%
menos productiva que las variedades naturales.

Además que, como hemos dicho, la mayoría -entre el 80 y 90%- de la soya, el
maíz y la canola transgénicos es destinada a ser alimento animal y no
alimento para el hombre. El producir un kilo de carne animal requiere 100
veces mayor consumo de agua que un kilo de carne vegetal de la misma
calidad; en el espacio necesario para producir un kilo de carne animal
podríamos producir entre 15 a 20 kilos de proteína vegetal. En Brasil y
Argentina, hay deforestación y derroche de recursos naturales para abrir
espacio a más soya transgénica y más cultivo de ganado: ¿es esta la ciencia
progresista que verdaderamente nos va a ayudar a preservar el medio
ambiente? ¿Acaso no viene la semilla transgénica aparejada con su respectivo
herbicida, en donde el negocio para la transnacional es doble: venta de
semilla y de herbicida?

Nos alarma e inquieta saber que entre los genes de la ingeniería está uno
denominado el gen terminator, el cual vuelve a las semillas estériles, para
así asegurar que el agricultor tenga que comprar nuevamente semillas a la
industria. ¿Podemos imaginar qué podría suceder en países del tercer
mundo -un país africano como Etiopia o Mozambique- que después de cosechar
las semillas no tuviera dinero para comprar nuevas semillas ni tampoco
semillas fértiles? ¿Es acaso legítimo y honorable ser dueño de las cadenas
de producción y de la vida o la muerte de una semilla?

Mientras que Europa ya le cerró las puertas a la biotecnología y le dijo
«no, gracias» a EEUU, por ingenuidad, nuestros pueblos latinoamericanos
corren el peligro de no estar muy bien informados y no saber qué es lo que
realmente está en juego. En un reciente congreso internacional sobre
ingeniería genética, se libraron feroces debates entre los protransgénicos y
los antitransgénicos y, después de varios días de enfrentamientos, solo
llegaron a un acuerdo: que no se debe permitir el ingreso de transgénicos en
las zonas de alta biodiversidad. Es difícil imaginar un país con mayor
biodiversidad que el Perú; quizá nuestro país sea algo así como el arca de
Noe del planeta, donde es necesario preservar el gemoplasma de tantas
especies vegetales y animales.

Los internacionalmente afamados productos agrícolas peruanos son en parte
responsables de la exquisita cocina peruana, que es también otro gran tesoro
de nuestro pueblo. Con la introducción de los alimentos genéticamente
modificados se perdería el sabor del alimento y, por supuesto, la
innumerable diversidad de cada grano, oleaginosa, tubérculo y fruto que
ofrece cada uno de los ecosistemas del país. Como nadie ignora,
terminaríamos imitando a EEUU y nos volveríamos comensales de lánguidos
vegetales y frutos desabridos, sin el arco iris de variedades al que estamos
acostumbrados y además recubiertos de agroquímicos.

Una importante parte del esfuerzo por promover la intrusión en el material
genético se hace con el propósito de que la planta sea resistente al
glifosfato (Round up), un herbicida que es también producido por Monsanto.
Del glifosfato, dolorosamente se puede decir que es el herbicida que en la
actualidad está lloviendo torrencialmente sobre buena parte del territorio
colombiano donde se cultivan hojas de coca, como parte del programa que
ejecuta el foráneamente subsidiado Plan Colombia. Vuelven, entonces, a
nuestra memoria la funeraria topografía de Vietnam y el agente naranja, que
es otra creación de la Monsanto coincidentemente en ambos casos para
combatir la guerrilla.

Según el U. S. Fish and Wildlife Service (entidad estadounidense encargada
de proteger la vida silvestre y acuática), por lo menos 74 especies
vegetales están en peligro de extinción debido al uso indiscriminado de
Round up o glifosfato; este herbicida puede ser letal para peces en
concentraciones tan ínfimas como de diez partes por millón, impide el
crecimiento de lombrices y es tóxico para los microbios del suelo que ayudan
a las plantas a tomar nutrientes (un ejemplo de ellos son los Rhizobium,
bacterias que viven en las raíces de las leguminosas y que ayudan a fijar el
nitrógeno atmosférico en nitrógeno biológicamente disponible para las
plantas).

También en algunos estudios se ha determinado que hay relación entre la
exposición del glifosfato y el riesgo de contraer linfoma, uno de los tipos
de cáncer cuyo índice epidemiológico rápidamente está creciendo. A finales
de los noventa, la FDA estadounidense triplicó la cantidad de glifosfato que
está permitido que permanezca en los cultivos, ya que los residuos estaban
excediendo los límites legales previamente permitidos. Lo curioso es que
existe una documentada lista de funcionarios de la FDA que antes lo fueron
de la Monsanto y, lo que es más, muchos de estos funcionarios parecen
alternar 2 o 3 años de servicio en cada lado.

La Monsanto ha entablado más de 3500 juicios a diferentes agricultores en
Canadá y EEUU, porque, según las inspecciones, sus cultivos contienen
semillas transgénicas patentadas y los agricultores no contaban con las
licencias respectivas. Estos juicios, en algunos casos, han sido elevados
hasta la corte suprema, donde se dictamina que no importa cómo haya llegado
el material genético a estos campos, por polinización accidental o por el
viento, aun así el agricultor no tiene la licencia y deberá ser multado,
después de lo cual al agricultor le es recomendado por sus abogados que no
vuelva a sembrar sus semillas naturales porque nuevamente incurrirá en el
mismo problema legal; el resultado final es que el agricultor tiene que
pasar a ser comprador de semillas transgénicas de Monsanto y a volverse
dependiente de sus técnicas agrícolas. Normalmente, cuando una empresa
contamina, tiene que indemnizar a las personas perjudicadas, pero ahora el
negocio es doble: contamino el medio ambiente y, además, cobro por hacerlo.

En el Perú los incas crearon un extraordinario monumento histórico llamado
Moray; actualmente estas ruinas arqueológicas son el asombro de los
turistas, pero en su tiempo fueron un centro de ingeniera genética de
semillas de la mejor calidad. El antiguo poblador andino buscaba nutrir el
alma y fortalecer la conexión con la tierra: adecuo y cultivo semillas
buscando un pueblo fuerte y sano. Estas semillas eran atesoradas y contienen
una larga historia del pueblo y la tierra. Muchas proezas genéticas hemos
heredado de los incas, pero su ciencia se hacia conforme a leyes naturales y
vale decir que nunca se les pagó nada. En contraste con la motivación de la
moderna biotecnología, que es máximamente una oscura oportunidad de mercado
e ingresos económicos.

¿Será acaso un futuro promisorio el que nuestros hijos tengan que comprar
semillas de papa, maíz o quinua peruanas a las grandes transnacionales de la
biotecnología? Es algo que ya sucede con la soya y el algodón.

La existencia de cadenas de fast food en todo el planeta, cual grifos de
combustible chatarra para las personas, ha generado ingentes ingresos a las
transnacionales y, parejamente, un deterioro a la salud de la humanidad.
Pero intentar adueñarse de la cadena productiva del alimento del que
dependemos todos es verdaderamente una operación de admirable sagacidad y
astucia. El tema no solo es económico sino de dominio y control sobre las
cadenas de producción de alimento para la humanidad, y honestamente podemos
decir que no hay amor ni dignidad en este alimento. Si no tenemos
independencia agraria, naturalmente tampoco podremos aspirar a tener
independencia económica.

Nuestro anhelo no es solo nutrirnos de alimento puro, vital y de la mejor
calidad para nuestra sangre, sino ser un pueblo soberano y libre de las
invisibles telarañas del poder que implica una agricultura gobernada con
estas reglas. Más que nadie buscamos legítimo desarrollo y avance
tecnológico, pero cosa muy diferente es pasar a ser cándidos e ignorantes
títeres de una avarienta tecnología Frankenstein, que no aporta ningún
beneficio social o económico, y que tampoco pretende ofrecer contribución
alguna a nuestra salud, más bien oscuramente la amenaza.

Como pueblo que históricamente ha venerado la tierra y que ha desarrollado
una admirable filosofía de ayni, de compartir en reciprocidad con sus
coterráneos, buscamos ser un pueblo con ética alimentaria, comensales
profundamente conscientes no solo de nuestra salud sino también de la salud
de todo lo que nos rodea, de las montañas, animales, ríos, plantas y mares.
Luego de millones de años en que solo éramos mezquinos cazadores
recolectores, la agricultura llegó a nosotros hace más de 8 mil años para
darnos una gran lección mística de amor: ahora hay pan para todos, y me
siento a comer alimento puro para celebrar juntos nuestra amistad.

Nos preguntamos entonces: ¿cuál será la enseñanza y moral de la
biotecnología transgénica? ¿Será beneficioso este instintivo razonamiento de
no medir las consecuencias, para la salud o el medio ambiente, y donde
realistamente, tampoco podemos decir que sea una fugaz oportunidad para que
nuestro país acumule riqueza?

No se trata de puritanismos a ultranza, de estar sujetos a objeciones
morales o cánones religiosos, ni de ser ecologistas utópicos. Más bien, se
trata de ver cruda y frontalmente el juego: y el juego consiste en pasar de
una independencia agrícola a una dependencia agrícola y, por lo tanto, en
estar amarrados a una obediencia económica.

Por consiguiente, para evitar lo que sería una histórica, incalculable y
lamentable desfiguración de nuestro país, el Congreso de la República debe
seguir el ético ejemplo de la Unión Europea, el Japón y tantos otros países
que han medido y definido las profundas implicancias de los transgénicos
para la salud, el medio ambiente y la economía. Es del común interés, de
todo el pueblo y territorio peruano que la actualmente debatida Ley de
Bioseguridad y Biotecnología no solo le ponga un seguro candado a la
introducción de los transgénicos en el Perú, sino que además sea una ley que
promueva la protección del medio ambiente y la biodiversidad en todo el
territorio nacional.

Escrito por Sacha Barrio.
Adjunto mismo texto en word
Lima 6 de agosto 2007"

3 comentarios:

manolo dijo...

hola amigos de "SACHA BARRIO dice:" quiciera saludar a los bloggers responsables de difundir las ideas del dr. sacha barrio h y en especial a él. Hace 1 mes y algunos días me compre el libro "la gran revolución de las grasas" les soy sinceros y les digo honestamente no he terminado de leer el libro, por falta de tiempo :S. Hasta donde he leido me he ido dando cuenta de el mal que hace la industria ligada al poder que nos rige y la mano negra que se antepone a todo interes o anhelo de evolución. Yo soy un estudiante de ingenieria de industrias alimentarias y compre el libro por esa razón. Yo estoy interesado en hacer grandes cosas, me preocupo por leer cada vez que puedo(xq la mayor parte del tiempo ando estudiando numeros :S) y cada vez me voy enterando de nuevas cosas que si me interesan.
Me encanta la obra del dr. sacha barrio y todo lo que él aprendido, algún dia me gustaria tener una idea global de las cosas que el sabe y enseñar a la gente a alimentarse, abrir los ojos y desterrar un monton de mitos. Yo, soy una persona con sobrepeso, asma, estreñimiento, se que ando mal del higado y despierto con dolores cada dia. Leyendo el libro de cual hago mención he descubierto que todo lo malo que tengo es por la ignorancia. Ese libro ha cambiado mi vida y se que yo cambiare la vida de muchos, difundiendo esas ideas. Me ha dado mucho gusto encontrar este blog, el dr. sacha barrio es una persona admirable, algun dia me gustaria conocerlo, sé que tendre mucho que preguntarle, ojalá no se aburra de responderme jajajaja.

nuevamente saludo a todos los
bloggers de "Sacha Barrio dice:"

Manolo - Chiclayo.

Victor Maceda dijo...

http://encuentrocrudo2010.blogspot.com

CONGRESO INTERNACIONAL CRUDIVEGANO EN BOLIVIA

ESTIMADOS AMIGOS.

Envió las informaciones de este Congreso muy especial de Veganos, Vegetarianos y en especial de Crudivoros Ecologistas

Ver todos los detalles en
http://encuentrocrudo2010.blogspot. com/
Saludos desde Bolivia Victor Maceda


www.escuelacalidaddevida.com

Unknown dijo...

Los apoyo, debemos evitar la entrada de transgenicos. En nuestro blog tambien tocamos este tema:
www.noseanpendejos.com